Se acerca la fecha del referéndum autonómico en Santa Cruz, Bolivia. Su relevancia radica en que es posiblemente uno de los puntos de inflexión históricos más relevantes en el escenario político nacional y con alta repercusión regional.
He estado explorando algunos blogs, artículos y notas de opinión en busca criterios que clarifiquen -sin resultados interesantes- qué se está persiguiendo a partir de esta consulta con resultado predeterminado.
Resulta admirable, por no decir anonadable, la capacidad de autoengaño (por no decir automamada) que mis honorables compatriotas ejercen en sus luchas inclaudicables.
Me explico.
Por un lado, la autonomía como categoría política, cuya tradición teórica proviene del movimiento libertario europeo de los años 60 dentro de los partidos comunistas y socialistas -principalmente italianos y franceses-, no es más que un factor simbólico de lucha por las libertades en contra de la burocracia capitalista del Estado y sus efectos "perversos" en las sociedades complejas y sus particularidades.
Por ello, la autonomía triunfa y fracasa al mismo tiempo, porque su condición de posibilidad es su inexistencia, su inconclusión. Se sustenta en el encuentro de las multitudes, la política simbólica de las multitudes (de allí las cabildos de a millones) y se diluye en las particularidades de estas multitudes.
Podrán, sin embargo, alcanzar ciertos criterios administrativos e institucionales que les permitan coptar el manejo de la cosa pública y con ello prolongar o restituir las prácticas prebendales, patrimoniales y corruptas que son simple y tristemente parte del tuétano político tradicional en el país. No por ello habrán logrado éxitos.
Lo peligroso, para terminar, es que las multitudes en Bolivia han desarrollado una capacidad de movilización y acción política inusual, lo que incrementa la posibilidad de la violencia simbólica y efectiva, no desde o hacia el aparato represivo del Estado, sino más bien entre sí.
Sigo en la búsqueda y agradeceré sus comentarios y links.