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9 de octubre de 2009

Zamba Para No Morir

El acto de conmemoración, como ceremonia y discurso, tiene la poderosa y funcional capacidad de dramatizar la ritualización de lo político. Esto, claro, a conveniencia calculada del que goza el privilegio de mirar el recordado acto como acontecimiento del pasado, aquello que lo llaman, hito histórico.

Voy a hablar de dos 'sucesos' distintos en tiempo y contexto pero cuyos desenlaces, relaciones y coincidencias me han dado vueltas por la cabeza durante los últimos días. La conmemoración de cuadragésimo segundo aniversario de la muerte del Che Guevara y el reciente fallecimiento de la Mecha Sosa. La relación que desencadena este post radica, con toda franqueza, en lo que creo fue meramente un error de producción. (?). Me explico.

Primero, la naturaleza misma del acto de muerte del Che Guevara (les pido tomen en cuenta cada una de las palabras anteriores) es el guión tallado en la piedra fundamental del 'discurso revolucionario' latinoamericano. El presente proyectado al futuro, el cuerpo como centro de expresión del mensaje, el drama y la sacralización como validaciones intersubjetivas entre seres que aspiran y sueñan, y finalmente, la muerte. Una verdadera aproximación uno de los actos (actos) de origen de la fe cristiana, o no? me siguen?

Casi cuarenta y dos años después, el fallecimiento de Gladis Osorio o Mercedes Sosa, por causa de una severa afección renal ha producido gran congojo en todo el ámbito latinoamericano. Antes de que, a petición suya, su cuerpo sea cremado y sus cenizas sean esparcidas en tres provincias argentinas, en acto 'público', (acto), la querida cantante popular es velada en el Congreso Argentino en una evidente ceremonia politizada.

Fusil y guitarra han sido dos símbolos de la lucha revolucionaria latinoamericana. Música, protesta y acción basada en el sacrificio y la consecuencia, han sido los elementos recurremente apelados por 'los verdaderos revolucionarios'. La muerte y su ritualización política posterior son actos que persiguen la re/producción del icono como mensaje al futuro, a las masas.

Sin embargo, todo esto es funcional, volviendo al párrafo inicial, para quien goza del privilegio de subirse al escenario y reescribir discursivamente la historia, ya sea en las polvorientas y siempre peregrinadas calles de La Higuera o en el imponente edificio de una cúpula formidable de la calle Rivadavia y Entre Ríos en Buenos Aires, y hacer uso de la muerte como acto político.

Así, aclaro el error anunciado. Al terminar de ver la película Che: Parte Dos me sorprendió las melódicas notas de la zamba Balderrama, interpretada por la Negra. A mi me parece que se equivocaron de tema porque debieron incluir, en todo caso, Zamba Para No Morir, compuesta por Hamlet Lima Quintana y también célebremente interpretada por la Negra Sosa.

Lo que une al rosarino y a la tucumana, al Che y a la Negra, fueron la poesía, el amor, y el sueño inmortal por un cambio con justicia social. Esta es la formidable retórica con la que 'sintetizamos' la complejidad de los seres trascendentes, sus genialidades, contradicciones, errores o aspiraciones. La ritualización política, muy al tanto de esa nuestra 'capacidad de síntesis', despliega el acto, el drama, la ambigüedad, la repetición y la casualidad (un factor político por excelencia) como elementos funcionales. Cuán al tanto los personajes así lo pre-establecen, es una cuestión más difícil de responder.



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