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9 de julio de 2011

Contenidos casuales en la fotografía como fuente documental



Artículo publicado en la separata del Aula Libre en Página Siete, el sábado 09 de julio de 2011.

fotoGuardian.co.uk
La fotografía es un arte en la que interviene el tiempo y el espacio, la luz, la cámara, la técnica y el “ojo” del fotógrafo. La fotografía como fuente documental fue una de las mesas que este año se incorporó al temario del Congreso de la Asociación de Estudios Bolivianos, evento que fue mencionado por este espacio la semana pasada.

Durante su presentación, el investigador Renato Crespo resaltó que la fotografía se enfrenta al imperio del positivismo y al grafocentrismo en el ámbito de la investigación y propuso mirar la potencia documental de las imágenes para la descripción, el análisis y también la comprensión de hechos y fenómenos en la sociedad.

Crespo comentó que muchas veces se critica el carácter fragmentario de la fotografía, por su campo visual definido, frente a la supuesta totalidad del texto u otros documentos. Sin embargo, argumentaba también que “la fotografía es un documento concreto, es una impresión de la realidad”.

La investigadora Eliana Navarro, coincidía en la siguiente presentación con el planteamiento de Crespo, argumentando desde la visión del fotoperiodismo, que “una fotografía es una narración” pero su validez debe ser “contextualizada por alguna historiografía concreta”, es decir, intermediada, o al menos respaldada, por el un texto, reduciendo así la posible distorsión de los contenidos casuales.

Estos sugerentes argumentos me recordaron un texto que escribí semanas atrás sobre la foto “el beso de Vancouver”, imagen que acompaña a esta columna. No voy a entrar en descripciones abundantes salvo que dicha imagen fue tomada durante una revuelta callejera en la ciudad canadiense de Vancouver, luego que los Canunks, el equipo local de Hockey sobre hielo, perdiera la final de la Stanley Cup, la copa más importante de Norteamérica.

Días después que esta imagen dio vueltas al planeta como un ícono de protesta, en tiempos donde las manifestaciones alcanzan cobertura global de manera instantánea y la sensibilidad a la reacción social y política colectiva está a flor de piel, circuló un vídeo casero por internet que mostraba el momento anterior a la imagen. Lejos de un acto de amor subversivo, el vídeo muestra explícitamente que la muchacha cae al suelo tras la arremetida de la policía antimotines y es protegida por su enamorado y lejos de una escena romántica en medio de las cachiporras hay expresiones claras de shock y dolor, lo materializa este siempre presente posibilidad de contenidos casuales en una instantánea periodística.

Lo anterior ciertamente no reduce el valor y la contribución de la fotografía como documento de archivo, investigación, análisis e interpretación. Tampoco reafirma el grafocentrismo subyugando la imagen al texto. Lo que más bien sugiere es que las imágenes captadas en circunstancias no controladas por quien opera la cámara construyen igualmente una realidad, puede ser parcial o no, pero que afecta directamente a la intersubjetividad de fenómenos sociales, algo que supone gran ventaja frente al mero texto.

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