Artículo publicado en la separata del Aula Libre en Página Siete, el sábado 02 de julio de 2011.
En la semana que termina se llevó
a cabo en Sucre el 6to Congreso de la Asociación de Estudios Bolivianos, una
entidad que agrupa a investigadores nacionales y extranjeros en ciencias
sociales y humanas cuyo principal interés académico es Bolivia.
Resulta difícil comentar sobre el
encuentro en su amplio espectro porque se presentaron más de 190 ponencias en
25 mesas temáticas, muchas de ellas desde perspectivas
trans/multidisciplinarias. Por ello opto por compartir, desde el limitado
alcance de mi presencia en algunas ponencias y percepción subjetiva, una
pregunta que apareció recurrentemente, ¿es el proyecto de Estado plurinacional
una ruptura o más bien una continuidad del proyecto de Estado-nación
proveniente del proceso recolucionario del 52?
Resulta ciertamente difícil
responder esta interrogante y en tan limitado espacio no pretendo más que
contextualizarla y proponerla como tema de debate, esto porque siento que puede
ser un escenario de debate analítico-conceptual, empírico y también práctico
del proyecto de Estado que se propone.
Este “nuevo” Estado, se discutió
en varios momentos del congreso, que aparece expresado en la nueva
Constitución, también se presenta de
manera viva y conflictiva en las aspiraciones de grupos sociales, sectoriales y
regionales por materializar sus imaginarios respecto a una participación en el
Estado y el ejercicio democrático que esté de acuerdo a sus intereses y preconceptos
político-culturales.
La complejidad se da porque, a
priori, pareciera que hay elementos del proyecto de Estado-nación del 52 que
perduran en el plurinacional reafirmando además principios y derechos
fundamentales de lo liberal/individual. Pero por otra parte, irrumpe el
proyecto plurinacional como respuesta a lo que el viejo Estado no fue capaz de
resolver.
Más allá de lo meramente
discursivo, aparece como una salida negociadora la operacionalización de las
autonomías, regionales, locales o indígenas-originarias, que no deja de
concentrar fuertes contradicciones y eslabones irresueltos, sobre todo cuando
se discute el ejercicio y la concentración del poder que por ahora es más bien
centralista.
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