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26 de septiembre de 2011

Entornos para la construcción de democracias plurales

Artículo publicado el sábado 24 de septiembre en la separata del Aula Libre en Página Siete

La materialización de una genuina democracia pasa, desde lo institucional y participativo, por la capacidad de consolidar un sistema político plural. Es más, la compleja pluralidad es una característica del tejido social de los países latinoamericanos, por lo que nuestros sistemas políticos y de partidos supondrían un consecuente multipartidismo.

A partir de esa premisa, la semana pasada se realizó en Lima de un taller de capacitación política a veinte jóvenes representantes de partidos políticos de Perú y Bolivia. El programa propuso trabajar intensamente sobre comprensión de sistemas de partidos, intercambiar experiencias en democratización interna, incorporar en la agenda permanente debates sobre integración subregional así como interesantes módulos de práctica en manejo de medios, tanto masivos como nuevos y digitales.

En esta columna, sin embargo, no pretendo abundar sobre las actividades llevadas a cabo en dicho evento. Por el contrario, la experiencia me invita a reflexionar sobre la gestación de entornos para la construcción de democracias plurales, sobre todo en escenarios políticos de alta conflictividad y siempre latente opciones de violenta confrontación.

Sucede que principios como el diálogo y el respeto por la posición contraria son reclamados de manera constante como condiciones apriorísticas para la práctica democrática, sin negar las contradicciones y posiciones antagónicas, por supuesto. No obstante, internalizar y poner en práctica los principios democráticos suponen una condición incluso previa: entornos propicios.

Propongo que se entienda entornos en un sentido amplio que implica espacio, ambiente, coincidencia de tiempos, calidez y voluntad, y no sólo a instituciones e instancias formales de representación/participación política. Entornos además entendidos como ambientes de re/producción de cambios de comportamiento culturales.

La experiencia de viaje, convivencia y el aprendizaje, como la vivida por 20 jóvenes, mujeres y hombres peruanos y bolivianos, de diferentes condiciones socioeconómicas, tendencias políticas, pertenencias étnicas y filiaciones culturales no supone que se haya encontrado la fórmula mágica, ni mucho menos, sólo que reafirma la sensación que la democracia plural se funda ante todo en relaciones cotidianas de intercambio, en el acercamiento al otro, que seguirá siendo “el otro”, pero que es parte del entorno común y compartido.

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