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17 de julio de 2019

Economía digital e informalidad en América Latina - el impacto y la discusión de la "Gig economy" en la región


Si les digo que la primera huelga virtual de trabajadores ya sucedió, ¿me creen? Ahh, y fue en un país de América Latina.

Independiente, autónomo, freelancear, "decide cuánto quieres ganar"... Esta idea del empleo flexible y por cuenta propia ha dado un vuelco impresionante en los últimos años, sobre todo alimentado por aplicaciones en línea de servicios como Uber, Airbnb, Rappi, Zolvers y muchas más.

Todo eso se está estudiando bajo el denominativo de "gig economy", trabajos esporádicos y puntuales a través de un "acuerdo" instantáneo mediado por una aplicación móvil en Internet (que, claro, cobra una parte del trato).

En países de economías avanzadas, en general la discusión sobre esta economía está orientada por el dinamismo de esta economía frente a los impuestos y la previsión social a largo plazo, pero también la flexibilización laboral y aprovechamiento de tiempo, espacio y distancias, sin dejar exento el asunto de las condiciones de precariedad y explotación hacia inmigrantes con aplicaciones de reparto, limpieza u otras, como revela esta nota del NYTimes en Español.

Mientras que en América Latina el asunto se hace más complejo por la composición misma del mercado laboral, más del 50% está fuera de la cobertura social, de una u otra forma en el mercado informal, según la propia Organización Internacional del Trabajo, OIT. 

Es más, "De los 140 millones de trabajadores informales en la región (cantidad que incluso supera la de África subsahariana), 27 millones son jóvenes. Según cifras del Foro Económico Mundial, seis de cada 10 jóvenes no tiene trabajo en América Latina", de acuerdo con LatinAmerican post.

¿Hacia dónde va el empleo en la región? ¿Cuál es el rol de estas empresas tecnológicas en la nueva configuración del empleo y los derechos laborales en América Latina? ¿Qué deben hacer los Gobiernos, la cooperación y los actores del sector privado?



Hay varias instituciones y analistas buscando respuestas y salidas a estas interrogantes. Reconozcamos que no es fácil, la economía informal y la precariedad laboral anteceden al boom de esta Gig economy (de difícil traducción, algunos simplemente la llaman "economía digital", o "economía de pequeños encargos") el problema es la velocidad de la expansión y los enormes retos en aumento mientras las respuestas no llegan.

Sabían que, de acuerdo a un artículo publicado en la revista Forbes, América Latina es la región de mayor crecimiento de conductores de Uber, con más de 1 millón de personas trabajando sin regulación, respaldo, seguro, etc.

Y sí, Uber, Airbnb, Rappi o PedidosYa, Mercado Libre, housekipp o Zolvers (por citar algunas) solucionan, sacan de apuros, hasta facilitan, y dejan esa idea de que todos ganan: quien necesita algo, paga por un servicio; quien quiere o necesita un ingreso ya, se emplea unas horas y lo obtiene, la empresa que "invierte", gana su parte del trato.

Pero no es tan simple. Comiencen viendo esta fabulosa serie de 4 capítulos cortos producida por la revista Anfibia de Argentina, Plataformas:


Americas Quarterly, un portal de análisis y políticas públicas en el hemisferio, se pregunta: ¿Pueden las plataformas de la economía de intercambio digital llevar al sector informal de América Latina a la formalidad? La respuesta es directa y categórica: No.

Luego, el poderoso Banco Mundial en el informe "La naturaleza cambiante del trabajo" aborda con cuidado la relación entre tecnología, empleo y capital humano en los siguientes años. Entre las conclusiones, se destaca la necesidad de repensar las estructuras tributarias a la luz de la nueva economía digital -en cuyo centro se sitúa esta gig economy-, pero además invertir en sistemas de protección social y en prestar cuidadosa atención a la economía informal.

Sin declararlo de manera categórica, el informe del Banco Mundial da cuenta que la informalidad no es algo que pueda "combatirse" y eliminarse de manera certera en economías emergentes. Habrá que convivir con ella, quizá incluso "darle un cierto carácter de formal", manteniéndose informal. Muy malas noticias para toda es juventud de familias de clase media emergente en la región.

Así, mientras los salarios reales en países de economías emergentes menos desarrollados están estancados o creciendo a ritmos muy lentos, como revela este informe de la OIT, los negocios como Uber o Rappi, basados en la fuerza de trabajo, el riesgo físico y de capital propio, en buena medida en la evasión y elusión fiscal -que en simple, no pagan los impuestos que deberían- en la precariedad laboral, en la competencia desleal a trabajadores precarios -incluso a pérdida primero, para luego elevar precios- en y la ausencia certera de regulación sobre las empresas, que ganan hasta un 30% de las transacciones, y no paran de crecer.

La dinámica de intercambio de bienes, servicios, e ideas intermediada por las tecnologías no es una mala idea y aquí quisiera instalar el debate de las ideas: el principio es interesante y bien podría utilizarse para ser más eficiente con recursos escasos, redistribuir oportunidades, incluso optimizar espacios y herramientas que se usen poco o nada, fomentando una economía más circular y sostenible, el caso es que ahí debe intervenir un marco normativo coherente, políticas públicas que faciliten y que partan de los derechos de las y los trabajadores,  trazando mejor el campo de acción de las inversiones, los capitales y las ganancias de esta gig economy, que vino para instalarse y expandirse en la región.

foto: Associated Press /Fernando Vergara
Y si no viste la serie de Anfibia -que te lo recomiendo-, la primera huelga fue contra Rappi en Argentina. Aquí la nota.

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