La
ambivalencia es un estado de reacciones, creencias o sentimientos
contradictorios simultáneos hacia algún objeto. Es decir, la ambivalencia es la
experiencia de tener una actitud hacia alguien, hacia una idea o algo que
contiene valores “positivos” y “negativos”. También se refiere a situaciones en
las que se experimentan "sentimientos mixtos" de tipo más general, o
en las que una persona experimenta incertidumbre o indecisión.
La
ambivalencia es muy frecuente en posiciones políticas, sobre todo con marcos
ideológicos sobrecargados. Por ejemplo, ¿Ser liberal, digamos en lo económico,
y estar en contra del aborto es una contradicción o una ambivalencia?
Aunque las
actitudes suelen guiar el comportamiento relacionado con la actitud, aquellas
que se mantienen con ambivalencia tienden a hacerlo en menor medida. Cuando un
individuo no está seguro de su actitud, se vuelve más influenciable, lo
que hace que sus acciones futuras sean menos predecibles y/o menos decisivas.
Las actitudes ambivalentes también son más susceptibles a la información
transitoria, como el estado de ánimo, lo que puede influir en su evaluación.
Sin embargo, las audiencias ambivalentes también piensan más en la información
relevante para su actitud, lo que las hace más persuadidas por información
convincente relacionada con su actitud que aquellas que son menos ambivalentes.
La ambivalencia puede o no ser experimentada como psicológicamente incómoda cuando los aspectos positivos y negativos de un tema están presentes en la mente de una persona al mismo tiempo. Esta ambivalencia psicológicamente incómoda, también conocida como disonancia cognitiva, puede llevar a la evitación, la procrastinación o intentos deliberados de resolverla. El mayor malestar por la ambivalencia se experimenta cuando la situación requiere tomar una decisión. Sin embargo, el grado de conciencia de la ambivalencia varía entre las personas, por lo que los efectos de este estado ambivalente también varían según los individuos y las situaciones. Por esta razón, los investigadores han considerado dos formas de ambivalencia, de las cuales solo una se experimenta subjetivamente como un conflicto interno.