Lejos de la dicotomía reduccionista oposición versus gobierno, los otros versus nosotros, que circula en la opinión pública de Bolivia, hay una reconfiguración del sistema a partir de oposiciones, actores, temporalidades e intereses con diversas agendas.
El sitio Gobernabilidad democrática de Bolivia publica algunos recursos y materiales tras las “Jornadas de análisis internacional Gobierno y oposición política, experiencias comparadas: Bolivia, Chile y Venezuela”.
Al revisarlos, veo reafirmado un supuesto que comenté en febrero pasado, ni bien se había proclamado a Henrique Capriles como candidato opositor de la Mesa de Unidad venezolana: "A pesar de la aparente 'similitud' de ambos procesos cuyo argumento se diluye ni bien acaba el discurso, Chávez no es Evo y las transformaciones, dinámicas y conflictos en Venezuela no son los mismos que en Bolivia, por lo tanto, las soluciones electorales y de recomposición democrática no son las mismas."
photo: Contraste Legislativo por Pablo Andres Rivero |
“Yo veo [dice López Maya] en Bolivia una sociedad totalmente diferente a la sociedad venezolana, la sociedad venezolana es muy débil frente al Estado, se caracteriza por tener un estado omnipotente, centralizador, arbitrario, con mucho dinero (…) y es tan autónomo de la sociedad que la sociedad en sí no puede controlar a las élites que están en el Estado y ésa es una inmensa diferencia con la sociedad boliviana”.
El mensaje es certero: las cercanías de los liderazgos, las estrechas relaciones y las aparentes similitudes en la configuración del poder no son, en ningún caso, argumentos suficientes para la réplica metodológica per se de una unidad opositora.
Así, siguiendo con la indagación en los recursos de Gobernabilidad, una presentación de Fernando Molina ofrece una comprensión más amplia -aún parcial, pero al menos con argumentos más sólidos- sobre la reconfiguración actual de la representación política en el sistema.
Tres ideologías opositoras, según Molina, buscan posicionarse en el sistema cuyo actor central es el MAS: la oposición regional (VERDES pesa en Santa Cruz, pero hay otras agrupaciones en los demás departamentos), Unidad Nacional (UN) y el Movimiento Sin Miedo (MSM). Que también podría reflejarse de manera más prosaica en la opinión de Gamal Serhan Jaldin publicada en su blog, "los fieles de EVO, los anti-EVO y los que queríamos cambio pero no así...".
Es difícil transferir este mapa en números y escaños, eso será formalmente posible sólo con las elecciones de diciembre de 2014.
Eso sí, el MAS lleva enorme ventaja: tiene acumulado enorme capital político en sectores y espacios de la población donde las oposiciones tienen el desafío enorme de ingresar y convencer (léase, altiplano, Plan 3000 en Santa Cruz de la Sierra y varios distritos de El Alto). Atesora un poder simbólico y casi hegemónico sobre el proceso (lo que representa un desafío ético, discursivo y de negociación al MSM). El gran lider está presente y será candidato.
Entonces, quienes alienten la pluralidad política y la profundización de la democracia boliviana deben despojarse (si pueden) de la mirada abstracta y rígida que hoy les gobierna, es decir, dejar de ver lo que quieren ver y asumir la complejidad de las multitemporalidades, las contradicciones, y las fuerzas sociales y políticas actuantes en el proceso político boliviano.
A partir de todo lo anterior, sugiero seguir discutiendo sobre las siguientes preguntas ¿Cuál es la verdadera capacidad política de articular un proyecto de estado desde la oposición unida? ¿Ir al todo o nada implica también, eventualmente, perderlo todo (eso mismo se preguntan ahora los venezolanos)? ¿Se debe apostar a la reconfiguración de un sistema más plural que permita negociaciones y concertaciones en lugar de victoriosos y derrotados? ¿A qué costo y a partir de qué estrategias se puede lograr lo anterior?
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