El momento electoral es el acto de materializar un parte importante de la democracia, la representación política de la gente, al tiempo que es un rito ciudadano. En Bolivia tiene varias aristas peculiares, como la obligatoriedad -además del derecho- a votar, la no circulación libre de ese día y toda una secuencia durante la jornada electoral.
El pasado 7 de marzo me tocó por primera vez ser jurado electoral justo en medio de la pandemia (apenas fuimos 3 jurados para toda la mesa), en un contexto de alta polarización política y con una elección subnacional donde se elegían 5 niveles de representación con listas de entre 14 y 16 candidaturas.
Ese día compartí algunos pasajes "en vivo" de la experiencia en un hilo de Twitter -que se puede a continuación y en este enlace-, pero como fuimos apenas alcanzamos el mínimo de jurados en la mesa requeridos, nos llevó algo más de 15 horas continuas de trabajo procedimental con apenas unos breves intervalos de descanso.
A casi un mes de la jornada, recojo reflexiones más digeridas en este post que sigue más abajo, diría incluso que una etnografía del electorado, el despliegue partidario (del MAS) y el voto. La experiencia me permitió observar el comportamiento social y político en mi mesa de manera mucho más cercana a la experiencia regular de ir a votar y volver al conteo de votos.
Un hecho recurrente en muchas mesas del país y verificable por los datos del cómputo oficial es que los votos por concejales y asambleístas recibe mucho más votos blancos y nulos que por alcalde y gobernador/a. Es más, la última franja, de asambleístas por población no tenía fotos y fue aún más pifiada que las filas otras filas.
Sí, no es una sorpresa: el patrimonialismo y el liderazgo populista marcan de manera decidida la relación con las y los votantes, aunque también decanto la hipótesis que no se construyen mecanismos institucionales territoriales entre los legislativos locales y departamentales con la ciudadanía -tampoco con la representación en la Asamblea Plurinacional. Tampoco operan recursos de campaña que conecten a dichas candidaturas con la percepción ciudadana de que "se les va a representar" y pareciera que hay una aceptación tácita que son meros operadores de un poder concentrado en la Autoridad del alcalde o gobernador.
La composición étnica de mi mesa fue particular y al ser Secretario de mesa, estaba a mi cargo la lista de personas habilitadas/inhabilitadas y tuve que verificar los datos de cada persona que se acercaba a votar (en algún momento uno ya recuerda nombres de memoria). Casi 2/3 de mi mesa correspondían a un
frecuente apellido de origen indígena (aymara). El resultado del acta más abajo refleja que el
MAS-IPSP ganó en ambas actas (municipal y departamental) con una diferencia "holgada", pero no faltó el apoyo a JALLALLA, aunque hubo más votos por el candidato Dockweiler (a la alcaldía) que por Flores (a la Gobernación).
A verificar otras mesas de mi recinto (17 mesas para dos barrios, uno de clase media mestiza y otro de fuerte presencia/origen indígena), si bien el apoyo se distribuye, la mía -con los rasgos descritos- fue la única que ganó el MAS. Hay una filiación étnico-partidaria en mi recinto que se mantiene con el MAS, aunque el resultado demostraría una fisura -el tiempo dirá si coyuntural o estructural- de esa filiación hacia, por ejemplo, JALLALLA.
El MAS tiene una estructura partidaria de amplio despliegue territorial y marcada experiencia, incluso que llega a sobreponerse entre sí. Tuvimos un delegado permanente en la mesa, que se coordinaba con otro delegado de recinto todo el tiempo. Además, llegó una persona más de otro grupo de control con unas planillas y requerimientos partidarios que incluso discutió por unas listas de verificación con el delegado, parecía ser una disputa territorial entre facciones. No extrañaría que estos despliegues en el día de las elecciones se extienden durante los largos procesos electorales bolivianos, tienen una maquinaria político-electoral en funcionamiento constante difícilmente equiparable.
Una recomendación de cierre: vote por la tarde
No vaya a votar temprano, de preferencia vaya entre las 2 y las 4 pm. Instalar la mesa es un proceso tedioso y lleno de firmas, sellos y pasos, para una buena parte del jurado podría ser la primera vez. Además, la lista de habilitados es un "terreno desconocido" para quien ejerce la secretaría. Las filas de la mañana ayudan poco. Ya por la tarde, la mayoría de la gente ha votado, las y los jurados ya están familiarizados con el procedimiento, hay menos personas que buscar e incluso uno recuerda casi de memoria algunos nombres. Las filas son sustancialmente menores.
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