Mientras salía ayer a tomar un poco de aire en la hora del almuerzo establecí una conversación informal sobre mi situación en el Reino Unido con una de las recepcionistas del hall principal. Con una amigable sonrisa la señora me preguntó: -Desde hace cuanto tiempo trabajas en la empresa, Pablou? - A lo que respondí: -Solo algunas semanas y estaré hasta el comienzo de mi maestría? Levantando las cejas me preguntó: -Que interesante! Qué estudiarás? -Comunicación política internacional respondí con cierto orgullo. -Ohh! Mucha suerte! Añadió la doña en cuestión, y casi instantáneamente, con una seguridad sobre la temática, me lanzó lo siguiente: -Y vas a votar por Obama?!
Entre en duda sí el caso ameritaba mayor explicación, ya que en una previa conversación le había dicho que vengo de Sudamérica -la experiencia en el Reino Unido me obliga a utilizar un método inclusivo de explicación de origen: Continente, región, país y muy ocasionalmente ciudad- pero desistí del sinsentido de desarrollar todo el verso que eso no me vincula de ninguna manera a la todopoderosa America (no me “comí” el acento, hagan de cuenta que lo digo en inglés; con acento y todo).
La migración es un de los temas latentes más complejos de explicar y entender debido a sus múltiples causas. Es un efecto inevitable de la mundialización de las economías y las sociedades, así como del acceso a medios masivos de comunicación y accesible transporte pero también una consecuencia de las desigualdades y la exclusión en el tercer mundo.
Las condiciones sociales para la adaptación son un tema irresuelto en sociedades diversas con altas tasas de migración, como el Reino Unido, por ejemplo. Por un lado, las sociedades receptoras tienden a auto-protegerse envileciendo al inmigrante y excluyéndolo, mientras gozan del beneficio de su gran esfuerzo laboral, baja remuneración y casi nula demanda/denuncia social.
Por otro lado, el inmigrante sufre un impacto emocional tremendo al tener que adaptarse a un contexto ajeno, muy dinámico y que no espera por él/ella. Así como tampoco esperan las necesidades económicas de los seres que dejó atrás.
He repetido varias veces en ámbitos familiares y de amigos que me considero un migrante privilegiado, a pesar de las enormes dificultades que pasé y sigo enfrentando día a día. Hay mucho que discutir y escuchar al respecto, ya que cada historia es diferente y tiene matices particulares, lo cierto es que es un tema que, poco a poco y de manera casi imparable, dominará la atención de sociedades fragmentadas como la latinoamericana, y en particular la boliviana, por los próximos decenios.
Foto obtenida en www.DailyMail.co.uk
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