La cleptomanía en la esfera política latinoamericana no es algo nuevo ni extraño. De hecho, el tema de la corrupción en la Región tiene complejas raíces en la herencia histórica, las dinámicas sociales, la cultura política, el sistema de intercambios y regulaciones, etc. que más o menos todos podemos clamar perjuicio colectivo.
Los británicos han pasado una semana escandalosa desde que un informe publicado en
the Daily Telegraph involucrara a varios miembros del Parlamento -Laboristas, Conservadores y Demócrata Liberales; Lores y Comunes,
toditos en 'la bolsa'- en varios irregulares pagos de
beneficios y concesiones. El asunto es muy delicado, no se habla de otra cosa sino del tema y las voces públicas expresan una general indignación en tiempos donde el desempleo a subido a su récord histórico, superando incluso los tiempos
del Tatcherismo (
disculpen, éste último es un comentario/posición histórico-política). Es más,
algunos líderes de opinión están planteando reformas políticas radicales, como la definitiva instauración de una
constitución escrita, que garantice la palabrita mágica de la democracia liberal: '
accountability' (rendición de cuentas).
No es que se hayan robado la plata a mano armada, no. Algunos de estos honorables caballeros y damas pagaron con dinero asignado a gastos de estadía en Londres decoraciones, remodelaciones, hipotecas y una serie de excesos que caen muy pesados en tiempos donde muchos, millones, estamos apretados para pagar las propias cuentas.
El rollo es complicado y ésta vez para todos. Hay varios vértices que merecen atención en el análisis -lo que aquí no se hará en profundidad esta vez- como la venidera elección Europea, la campaña de los
Tories (Conservadores) para que se convoque a elecciones, la crisis financiera, etc. Sin embargo, caminado por las calles y escuchando la radio, conversando simple y abiertamente esta mañana con una jardinera jubilada, me acordé del grito popular argentino de 2001 cuando coreaba '
que se vashan todos...!'
Claro, son británicos y mucho alboroto tampoco van a hacer, pero cambios seguramente van a venir.
Caricaturas de Peter Brookes, The Times