Luego de un 'paseo dominguero' en Kingston, el espacio urbano absorbido por Londres que llamo 'mi pueblo', nos sentamos a tomar un te en uno de los cafés más simpáticos del área: pequeño, simple, familiar, rica comida, en fin todo aquello que debería ser la natural y triunfante competencia a la vorágine de las grandes cadenas del rubro.
Casi al salir noté este poster en la pared:'Todo lo que realmente necesito saber lo aprendí en el kinder' por Robert Fulghum.
Quisiera poder tomarme el tiempo para traducir todo el contenido del argumento. No lo percibí como receta ni menos como supresión de los procesos de aprendizaje y/o experiencias que el ser humano transita en su vida. Me encantó el fundamento ético-categórico, es decir, el planteamiento de parámetros de comportamiento, socialización y autoreflexión diaria sobre la vida que uno mismo forma.Pensé mis 'tías' del kinder, me acordé del taller de arte al que iba con mi hermana, pensé en mis viejos cargando las mochilas, abrigos y demás bártulos, todo, con una simpática sonrisa.
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