Edgar Claure representa al país en un nivel ejecutivo y eso implica gastos. Si la delegación fuera de cincuenta o doscientos atletas pues nadie cuestionaría dichos gastos.
El asunto es que participarán apenas 5 deportistas en los Juegos Olímpicos de Londres.
Y lo seguir participando es duro, porque Bolivia figura en la triste lista de los países que jamás logrado una medalla olímpica [véase].
El problema de fondo, primero, es qué se hacen durante años con los millones destinados al deporte olímpico. No habría que pensar de inmediato en corrupción, pero seguro que sí en excesiva burocracia.
Pero ante todo ¿cuáles son las políticas públicas sostenidas que prioricen al deporte de alta competencia? ¿Se reconoce social y económicamente el enorme esfuerzo y compromiso de los atletas, cualquiera que sea su disciplina? ¿Hay fondos de inversión para asistir a competencias internacionales? ¿entrenadores, infraestructura y equipos?
La responsabilidad está en todos. En el Estado y el sistema educativo. Pero también en las familias que no invierten tiempo y dedicación en el deporte con los niños, en el escaso reconocimiento social y cultural al deportista, a la deficiente nutrición y preparación, y un largo etcétera.
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