El voto universal es un acto esencial y trascendente en la vida democrática. Sugiere el principio elemental de los valores democráticos y es el patrimonio elemental de las sociedades cuando se manifiestan políticamente.
Pero el voto en Bolivia es un acto ceremonial. No responde únicamente -y mucho menos mayoritariamente- a criterios liberales (racional, consciente, único y secreto) sino que está cargado de intersubjetivismos y complejas relaciones comunitarias y patrimonialistas. Es decir, responde a una filosofía política particular, híbrida y compleja. Me explico.
Por un lado, el voto en el área rural y que es un espacio esencialmente indígena está fundado en decisiones colectivas, verticales, "consensuadas" en asambleas que más que espacios racionales de debate son instituciones autoritarias de homogenización política.
Asimismo, las comunidades indígenas del mundo rural trasladadas a la urbe (El Alto, fundamentalmente) reproduce similar lógica simbólica por lo que los resultados son "manejables" para las "organizaciones sociales" (reconozcan el término en los discursos de Evo Morales) y sus tejidos politico-sociales.
Por otro lado, las clases medias actúan en contradictorios sentidos. Algunos se autodefinen como liberales, occidentales y poseedoras del proyecto "racional", pluralista y viable, mientras otros se adscriben al proyecto político
masista. Se concentran en espacios urbanos y se convierten en el tejido social más volátil. En términos de resultados recientes, fueron quienes despotricaron en contra de Evo pero terminaron votando -en términos absolutos- por él.
Ahora, quienes hayan llegado hasta aquí no necesitarán mayor comentario sobre las oligarquías. Pero si deberán agregar un porcentaje sumergido en las tinieblas hasta ahora: Extraoficialmente somos alrededor de 3 millones de bolivianos adultos -presten atención, adultos- viviendo fuera del país, esto representa el 30% del total de la población y el más de un tercio del electorado. Esto no debería ser un dato menor ante el umbral de las propuestas de habilitar el voto desde el exterior.
Este ligero mapa sociopolítico es mucho más complejo en las particularidades de las regiones -autonomistas o no- intereses, filiaciones personales y ligazones económicas (este es un criterio clave sobre todo para las clases medias que simbólicamente no se afilian al proyecto evista pero dependen "salarialmente" del Estado o del tercer sector y como consecuencia votaron por Evo).
Finalmente, quienes crean que a partir de los resultados del referéndum 7 de cada 10 bolivianos apoya a Evo están equivocados. Y quienes piensen que el voto universal, individual, consciente y secreto es una práctica posible y viable para la democracia boliviana sugiero un tiempo de reflexión.