Todo depende de los ojos (o lentes) con los que se mire, por lo tanto el orden estético puede definir el contexto y condicionar el acto humano. El folclore boliviano, de oriente y occidente, de norte y sur, es sobre todo una simbiosis, complementaria y también contradictoria, de color y energía musical, acompañada siempre de una intensa representación de las estructuras sociales y las formas de intercambio.
Este fue el concepto que fue a explorar en la entrada de la festividad del Gran Poder y por ello decidí compartir este relato, además de las fotografías.
Lo que traté de resaltar es la intensidad del color. Los trajes, algunos más resplandecientes que otros, ciertamente algunos más elegantes y ostentosos que otros, y claro, algunos más provocadores que otros, buscan todos una sintonía de extraordinaria de colores que cobre sentido con el ritmo y el contexto social, cultural y económico.
"fotógrafo picarón", me dijo! |
Con esta apreciación no pretendo hacer sociología cultural del Gran Poder, sino reafirmar mi punto: nada de lo que sucede entre el color y la energía del baile está excluido de las relaciones sociales.
Pero eso no es todo, hay más, claro. Nada de esto sucede sin la música. Las bandas de música son quizá el alma misma de la fiesta. En franca reafirmación de lo mestizo del folclore boliviano, la música es entonada por bandas con instrumentos musicales modernos y occidentales. La sofisticación del espectáculo de las bandas no se limita a la música únicamente, claro que hay un orden estético que se reproduce y también reinventa, igualmente notorio al de la propia colorida danza. La banda penetra, irrumpe, marca el ritmo y además impone presencia.
ir al set de fotos |
Comparto el set de fotografías de en la entrada del Gran Poder 2011, que también puede accederse haciendo clic sobre la imagen a la derecha.
Nadie iguala tu tono académico al escribir, linda reseña
ResponderBorrarBueno, lo tomo como una crítica positiva, gracias.
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