13 de septiembre de 2016

Cómo avanzar en la gestión colaborativa rumbo a la cultura libre en las ONG | #GCultural2016


Llego al 1er Congreso online de Gestión Cultural 2016 de manera silenciosa, sin conocer a casi nadie (salvo al activo y polifacético Daniel Cotillas, que no es poca cosa) y sin que importe cuanta notoriedad cobre esta colaboración.

La posibilidad de sumarse desde casa, sin viajar, escribiendo de noche, sin desatender las horas de cuidado de dos pequeños niños que intento compartir con mi pareja y quizá con la opción que estas ideas le lleguen a más gente ahora a través de la discusión #GCultural2016  en redes sociales y en el futuro por canales libres (de ahí que siga creyendo en el blog como un espacio de importancia, de libertad y crecimiento) me pareció una idea más que atractiva. Así que aquí voy.

Como no soy experto ni vivo conectado de manera cotidiana a la gestión cultural, pensé relevante compartir una reflexión (quizá relevante para la Mesa 1: Gestión cultural para la producción de cultura libre; dirá la organización) desde un ángulo más cercano a lo mío: cómo avanzar en la gestión colaborativa rumbo la cultura libre en las organizaciones no gubernamentales (ONG)


Intentemos evitar el debate sobre las ONG y su relevancia política, aporte social o pertinencia cultural en la actualidad. No es el espacio. Sí me interesa discutir las posibilidades de adoptar prácticas, recursos y productos/resultados colaborativos que aporten hacia una cultura libre, que permitan recuperar un rumbo de vanguardia y conexión social.


La situación: Las ONG, sobre todo las más grandes, conservan aún la capacidad de llegar a grandes y diversas audiencias, de recaudar fondos públicos, privados e individuales, de interconectarse con personas sensibles a sus temas, movimientos, organizaciones locales, centros de pensamiento, organismos multilaterales, gobiernos. Eso sí, las ONG, sobre todo las más grandes, han perdido credibilidad y confianza del público, sobre todo del joven, del que busca cambios más pronto y una gestión "más directa y abierta (transparente)" de los recursos.

El problema: la vieja manera de gestionar/se, cerrada, pesada y concéntrica, sigue siendo en muchos casos un "buen negocio". Es que los resultados, también muchos casos, se sigue midiendo por el cumplimiento del papel, por los números (beneficiarios, entregas, materiales, etc) y no por la posibilidad de re/producir conocimiento, saberes, influencia, aprendizajes, cambios... Así, el valor transaccional mantiene su peso y la cultura abierta (desde la concepción de las ideas, la gestión o los productos finales) podría percibirse como una "pérdida" de capital intelectual o económico.

Las [posibles] alternativas de cambio: Exploro y dejo abierta la discusión con 3 ideas + 1:
  • liderazgos: es crítico llegar, mostrar e influir sobre los liderazgos. Las ONG están dirigidas, en muchos casos, por gente con sensibilidad social y perspectiva política, aunque quizá absorbida por la cotidianidad, encerrada en el "problema". Convencer a los liderazgos de una prueba colaborativa, abierta, distribuida y orientada al proceso puede servir como paso inicial para ganarse impulsores ("champions" dicen en inglés).
  • los cambios son procesos: ya se sabe, claro, aunque las prácticas culturales, y mucho más las abiertas, también tendrían que tener un proceso de contradicción, discusión, reinventarse para luego constituirse "desde adentro". Pienso que las personas y los colectivos promoviendo la cultura libre podrían acompañar ese proceso bajo la lógica de aprendizaje-enseñanza colectiva e intentando convivir con los legados "cerrados" y las perspectivas "abiertas".
  • las "ganancias" no transaccionales [y transaccionales]: una de las características de gestión en estas organizaciones es el constante decrecimiento de presupuestos y la disputa por la relevancia en el pensamiento y actuar de las sociedades y sus heterogeneidades (véase de nuevo el "problema"). En ambos casos, la cultura libre corresponde a una respuesta asociada. No se trata de "abaratar" costos, sino de reproducir la relevancia y optimizar recursos a partir de la apertura, de la colaboración y la financiación de la cultura libre: direccionar fondos que hoy se mantienen en las lógicas "cerradas" hacia las personas, colectivos, comunidades e iniciativas que promueve, facilitan y reproducen la cultura libre.
  • La importancia de provocar cambios hacia una cultura libre en estas organizaciones no radica en la intención de "salvarlas", sino más bien de que se sumen a la vanguardia social y la promuevan en espacios de influencia que aún conservan.

4 comentarios:

  1. ¡Gran aporte Payo! Sobre todo para mucha gente que está dentro de las ONG pero también aquellos que a veces las miran desde fuera sin ni siquiera pensarlas.
    Hay un punto que me parece realmente crítico y es que estas organizaciones aún no han entendido (o no han querido) que estar próximas a la cultura libre está más cerca del ADN con el que nacieron que simplemente, como dices, temer una pérdida económica. Realmente sólo a través de la cultura libre podemos generar un movimiento mucho más potente que el político o económico, porque es ético. Con él podemos construir esas nuevas lógicas y principios organizativos, pero no viceversa.
    Además, mencionas algo clave cuando dices que existe "la disputa por la relevancia en el pensamiento y actuar de las sociedades y sus heterogeneidades" lo que me recuerda que antes de parecerse a startups basadas en el producto, deberían poder dar un paso firme a entender lo procesual del asunto.

    PD: que me cites en tu blog tampoco es poca cosa!

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    1. Gracias por pasar y comentar, Daniel.
      Y gracias por resaltar algunos puntos. Las organizaciones no son tan "culpables", más lo son las personas que la dirigen, pasa sobre todo por las personas y los liderazgos.
      De acuerdo, la posibilidad de transformar paradigmas desde la cultura libre podría ser una oportunidad enorme de relevancia y prosperidad para estas organizaciones. Además, otro factor clave, la capacidad de amplificar esos cambios a otras esferas privadas y públicas.
      Un abrazo.

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  2. Gracias por este post, un aporte muy bueno a las cosas que están para pensar en la mesa 1 y en todo el congreso.

    Me quedé pensando en eso de que los aportes de la cultura libre a la ONG no son una forma de "abaratar". El compartir recursos y no tener que hacer una y otra vez lo mismo (investigaciones, metodologías, softwares, etc.) es una ventaja de la cultura libre, pero no significa sencillamente bajar costos, lo que puede ser entendido hasta como una forma de precarización de las infraestructuras y de los recursos humanos que utilizamos.

    La cuestión está en cómo liberamos el tiempo de las personas para que se dediquen a producir bienes compartidos. Cómo gestionar conjuntamente una estructuras que tenemos de forma muy precaria y que pueden desgastarse y perderse si no las cuidamos.

    Para mi, el cuidado de las personas y de las infraestructuras que necesitamos para funcionar en común, es una decisión política consciente que se debe asumir colectivamente. No está ahí, dada en los flujos de las redes, no es algo tan "líquido". La cultura libre creo que se construye preocupándose por la otra y por el otro y por todos.

    Dejo por acá, pero ojalá que sigan los comentarios por acá, porque también está muy bueno que el congreso se ramifique por los distintos espacios que se van abriendo.

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  3. Muchas gracias por leer el aporte y darte el tiempo de comentarlo, Mariana.
    Las comillas son intencionales, intenté problematizar, ironizar, porque es parte de la narrativa oenegera actual, "los costos" del cambio, que dirigen el debate a una falsa problemática.
    La idea de liberar tiempos para que la personas se dediquen a producir bienes compartidos me parece genial, me la tomo para discusiones/lecciones internas.

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