Hace algunas semanas el presidente Morales hizo un reajuste en su equipo de colaboradores y nombró a Iván Canelas, ex vocero oficial, como ministro de Comunicación. En esferas oficialistas se aplaudió la medida ya que sentían que hacia mucha falta "unificar un criterio comunicacional".
Ayer, sin embargo, el ministro de Comunicación Canelas se mandó una "joyita" discursiva al afirmar que el sismo ocurrido en Japón "es producto de ese indiscriminado calentamiento global que se genera a raíz de esa indiscriminada industrialización, por la que el presidente [Morales] en reiteradas ocasiones ha ido a organismos internacionales a denunciar esos excesos, pero parece que no le hacen caso en el mundo" (colores, subrayados y resaltados míos).
Le propongo un ejercicio básico al alcance de un niño de 7 años (o menos) hoy en día. abra una búsqueda en Google y escriba "por que hay terremotos". Recibirá más de 5 millones de respuestas que no tienen nada que ver con los argumentos del ministro de Comunicación Canelas. De pronto esto puede explicar por qué nadie en el mundo entero le hace caso (sic) al presidente Morales.
El evento, o chascarrillo mejor diría, me recuerda al filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein quien sugiere: "lo que puede ser dicho, puede decirse con claridad, y sobre lo que no podemos hablar debemos dejar pasar en silencio".
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