Comencé la lectura de este texto[1] tras un seminario de Teorías de la Comunicación y Medios en la universidad de Kingston (Inglaterra) en el año 2008, donde se discutió los orígenes y las relaciones de consecuencia entre los medios, el capitalismo tecnológico y las sociedades.
Pero resulta que este libro, escrito por Benedict Anderson en la década de los ochentas, se ha convertido en un texto casi obligado en estudios sobre nacionalismos y construcción de identidades. Así también, sigue siendo influyente en análisis multidisciplinario desde la economía política o la sociología política, por ejemplo.
Entendiendo la “nacionalidad” y “nacionalismo” en tanto artefactos culturales de características particulares, Anderson parte su análisis desde una perspectiva histórica. Así, el autor irá demostrando que la nación resulta de un complejo modelo de reorganización de las relaciones sociales y que luego es transferido con condición de identidad al estado.
La nación es definida desde un principio como una comunidad política imaginada, imaginada porque en cualquier país los habitantes tienen la imagen de una vida en comunión, porque todos los países tienen fronteras imaginadas que lo separa de los otros. Se imagina como comunidad, porque independientemente de la desigualdad real y la explotación que puede prevalecen en cada sociedad, la nación se concibe siempre como una profunda y horizontal camaradería.
Entre los argumentos históricos del origen de la ‘nación’, el autor sitúa a la debacle del latín como lengua hegemónica en Europa medieval y el desarrollo del capitalismo y la tecnología de imprenta como dos sucesos históricos intrínsecamente relacionados entre sí. Ambos eventos auspiciaron el desarrollo de identidades basadas en lenguajes vernáculas, que además fueron capaces de establecer relaciones entre grupos y personas situadas a la distancia y por lo tanto imaginar destinos comunes. Así, la novela y el periódico surgen en la en Europa en el siglo XVIII como dos formas de imaginar la concepción de simultaneidad y transversalidad del tiempo.
“Comunidades Imaginadas” fluye sin perder consistencia en un tránsito construccionista de propuestas tentativas para una interpretación más satisfactoria de la ‘anomalía’ del nacionalismo, invitando al mismo tiempo a desafiar cualquier límite posible de la invención social.
Reseña publicada en el suplemento Aula Libre de Página Siete el sábado 26 de marzo de 2011.
[1] Anderson, B. (1993). Comunidades Imaginadas reflexiones sobre el origen y el desarrollo del nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica. 315 pp.
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