Los medios impresos más representativos de Bolivia han arrancado el seguimiento al proceso electoral con la publicación de encuestas con diferentes resultados.
Como era de esperarse, ambas arrojan resultados distantes cuantitativamente, aunque nos dejan un mensaje similar: Evo Morales lidera la intención de voto y prácticamente no tendría problemas en ganar la siguiente elección salvo que -y ahí sí hay diferencias de fondo entre ambas encuestas- las y los "indecisos" resuelvan un nuevo escenario.
Comparemos primero los resultados y luego propongo una lectura sobre los datos:
La Razón -datos de Ipsos- presenta la siguiente relación si las elecciones fueran ahora: Evo Morales 59%, Samuel Doria Medina 18%, Jorge Quiroga 4%, Juan del Granado 4%, Fernando Vargas 0%, no tiene preferencia 5%, nulo 2% y no sabe aún 7%.
Por alguna razón no precisa, Página Siete agrupa a los que votaría nulo, indecisos y NS/NR en una misma categoría algo que es forzado respecto a lo que pasa en una elección. No siempre todos votan y no todos votan válido, el histórico de participación es del 80% y de esa masa votante hay entre 5 y 7 por ciento que votará nulo o blanco.
En la otra encuesta, la publicada por La Razón, se encuentra una "lectura doble": quienes aún no tienen preferencia y los indecisos sumarían 12 por ciento, aunque un análisis del mismo suplemento sugiere que al menos 30 por ciento no ha decidido aún su voto o lo hará en la última semana antes de la elección (infografía a la derecha enlazada desde La Razón).
Es pertinente además anotar al menos dos formas de leer los datos de una encuesta electoral, que no es más que "una fotografía instantánea" en un momento dado, con múltiples tonalidades y sujeta a interpretaciones.
En primer lugar, las encuestas se levantaron antes del cierre de listas. Esto quiere decir que luego de la recolección de los datos tenemos rupturas, adhesiones, "votos castigos", pugnas de espacios y una serie de movidas en la dinámica política. Esto de hecho modificaría el resultado de la encuesta.
Otra lectura que circula en la opinión pública es que el candidato oficialista ha logrado una distancia que ni las disputas ni la campaña electoral de la oposición podrá desbaratar, con lo que entramos a un mero trámite electoral para refrendar la reelección.
En contrapartida a esa lectura -bastante simplista en mi opinión- podemos leer que la ventaja de Morales es un techo electoral que supone el desafío de mantener el apoyo que la dan algunos electores volátiles y que podrían cambiar de opinión "en el último momento".
En contrapartida a esa lectura -bastante simplista en mi opinión- podemos leer que la ventaja de Morales es un techo electoral que supone el desafío de mantener el apoyo que la dan algunos electores volátiles y que podrían cambiar de opinión "en el último momento".
Una otra lectura, menos probable aunque no irreal, es que los datos son el techo electoral que le fija el país al presidente Morales y las MAS y, dado la enorme distancia, el electorado volátil comienza a centrifugar su hacia "opciones marginales" -como Juan del Granado o Fernando Vargas.
Lo que los medios y las encuestas no nos cuentan es dónde está esa población volátil o "no del todo segura" -quizá sí a los partidos. La elección ha comenzado.
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