Zabala dice, “en el proceso educativo, enseñar [a las mujeres] a cómo comportarse para no ser objetos (…) y que sea atractivo el objeto para producir muchos de los conflictos. Ciertos tipos de vestimenta, actitudes…” En fin. Quedo claro.
En el vaivén de aclaraciones, disculpas y repudio público desde los frentes en disputa política, la ciudadanía en la web abordó el tema como un “ajuste” en la lista del MAS, rápidamente desactivado por el propio candidato-presidente y altos dirigentes de ese partido. De hecho, salvo que renuncie el aludido, tal retiro no se produce por presión social que más bien se debería traducir en un acto político al momento de emitir el voto.
La pregunta que nos debería conducir al análisis es en qué medida los aspirantes a representarnos en la Asamblea Legislativa Plurinacional asumen la necesidad de abordar un debate serio sobre la violencia hacia las mujeres y si los partidos lo plantean en su horizonte de transformación desde el Estado –temática ausente en las propuestas electorales.
El marco normativo para estas elecciones instruye la paridad y alternancia en las listas de candidaturas (menos a presidente y vicepresidente), un avance significativo en la representación política más equitativa, aunque queda pendiente saber si esa representación paritaria, en caso de darse mediante voto popular, genera posibilidades de agendar demandas políticas transformadoras en temas tan sensibles y frente estructuras mentales tan conservadoras.
Este texto es parte de las columnas de opinión del suplemento Decisión 2014 de Página Siete, publicado el domingo 24 de agosto de 2014
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