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Durante el feriado de Todos Santos Sarah y yo tomamos la decisión de alejarnos de La Paz. En realidad la intención fue observar la ciudad desde uno de los puntos más emblemáticos de esta singular urbe: La Muela del Diablo.
Cualquiera que haya visitado La Paz (con mayor razón aquellos que viven o vivieron aquí) sabrá que en dirección sur se divisa desde casi cualquier punto una inmensa roca en forma de muela invertida. Este símbolo es injustamente subsumido a íconos tan poderosos como el Illimani o el Huayna Potosí, ambos con más de 6 mil metros de altura, nevados eternos de la Cordillera de los
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Andes, posee una espectacular posición de vigilia sobre la ciudad, desde él la ciudad está tan cerca que se siente estar viéndola desde el cielo. Escalar a la Muela del Diablo es algo parecido a prenderse de las alas de un pájaro y sobrevolar las calles paceñas.
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