Cuenta una antigua leyenda que el Rey Llywelyn de Gwynedd's recibió como obsequio del Rey Juan de Inglaterra a Gelert, un formidable perro de caza.
Un buen día Llywelyn decidió partir de caza junto a su fiel compañero dejando a su pequeño bebé bajo el cuidado de dos sirvientes, quienes al cersiorarse de la partida del amo salieron de paseo por las montañas galesas dejando al bebe desprotegido.
Al poco tiempo, el Rey Llywelyn notó que Gelert no regresaba con ningún animal cazado por lo que asumió que el único que podría haber sucedido es que regresara a casa. Al desmontar, el soberano ve venir al perro cubierto de sangre y agitando emotivamente su cola, mientras que la princesa dio un grito de espanto al encontrar el manto del pequeño empapado de sangre y sin ningún rastro de la criatura.
El furibundo e incontrolado rey desenfundó su espada y ensartó la filuda hoja en Gelert. Tras el último aullido del morubundo animal se escuchó el llanto del bebé entre los arbustos. Rápidamente los padres corrieron hacia él y encontraron al niño juntó al cuerpo inerte de un enorme lobo. Gelert lo había matado cuando éste intentó atacar al hijo de Llywelyn.
Desde aquel día el rey jamás pronunció palabra alguna y enterró al noble Gelert en una bella pradera desde donde aún, según se dice, se puede oír los aullidos del ajusticiado animal.
Beddgelert (la tumba de Gelert en Galés) es una villa al noroeste de Gales que da vida a la leyenda aún cuando esta no tiene consistentes fundamentos históricos.
Quien les escribe, sentimental individuo, no pudo evitar visitar este lugar que más allá de la leyenda es de pleno de paz y belleza.
Un buen día Llywelyn decidió partir de caza junto a su fiel compañero dejando a su pequeño bebé bajo el cuidado de dos sirvientes, quienes al cersiorarse de la partida del amo salieron de paseo por las montañas galesas dejando al bebe desprotegido.
Al poco tiempo, el Rey Llywelyn notó que Gelert no regresaba con ningún animal cazado por lo que asumió que el único que podría haber sucedido es que regresara a casa. Al desmontar, el soberano ve venir al perro cubierto de sangre y agitando emotivamente su cola, mientras que la princesa dio un grito de espanto al encontrar el manto del pequeño empapado de sangre y sin ningún rastro de la criatura.
El furibundo e incontrolado rey desenfundó su espada y ensartó la filuda hoja en Gelert. Tras el último aullido del morubundo animal se escuchó el llanto del bebé entre los arbustos. Rápidamente los padres corrieron hacia él y encontraron al niño juntó al cuerpo inerte de un enorme lobo. Gelert lo había matado cuando éste intentó atacar al hijo de Llywelyn.
Desde aquel día el rey jamás pronunció palabra alguna y enterró al noble Gelert en una bella pradera desde donde aún, según se dice, se puede oír los aullidos del ajusticiado animal.
Beddgelert (la tumba de Gelert en Galés) es una villa al noroeste de Gales que da vida a la leyenda aún cuando esta no tiene consistentes fundamentos históricos.
Quien les escribe, sentimental individuo, no pudo evitar visitar este lugar que más allá de la leyenda es de pleno de paz y belleza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar | Thanks for your comment