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Los
resultados de las primarias venezolanas señalan que el nuevo
candidato goza de amplio respaldo entre el electorado opositor, lo
que no se traduce automáticamente en un peso sustancial en el padrón
nacional, pero genera voces de aliento opositor de cara a las
elecciones nacionales del 7 de octubre.
Hay
voces en Bolivia que se adscriben abiertamente a la fórmula de la Mesa de Unidad venezolana: convocar
a primarias, elegir a candidatos a presidente, miembros de la
Asamblea Legislativa y otros para así afrontar “unidos” a la
arrolladora maquinaria electoral oficialista.
Hasta
aquí todo bien con la metodología opositora venezolana y,
eventualmente, con la boliviana para el 2014 (o 2013 en caso de un
complejo mecanismo constitucional revocatorio). Lo que las apuestas
de oposición frente a los presidentes Chávez y Morales deben
comprender cabalmente, primero, son los orígenes, fundamentos y
cimientos de estos liderazgos:
La
reproducción de las desigualdades mientras las
élites conservadoras usufructuaban del poder, la composición
de democracias formales a partir de dogmas liberales; la fuerza
popular y colectiva que se rearticuló frente a esos modelos, el
cambio histórico y transversal del Estado, así como la histórica y
recurrente cultura política populista latinoamericana, entre otros
contradictorios y difusos procesos de acumulación de tensiones,
rupturas y continuidades políticas, sociales, económicas y
culturales.
¿Venezuela
ha debatido suficientemente esto? Los líderes de la Mesa de Unidad
argumentan que sí. Su discurso parece dejar serias dudas. Capriles
parece ser una opción moderada que ofrece un discurso más bien
conciliador para Venezuela, con ya se dijo,sin embargo, ¿será capaz
de despojarse de los intereses de las élites restauradoras? En el
fondo ¿es este sólo un proyecto (o peor, una nueva aventura)
electoral frente a Chávez pero no de cara al reto histórico que
Venezuela demanda?
El
problema de las apuesta opositora en Venezuela no estriba en la
emotiva o comprometida composición de un relato para el discurso
electoral, que aún está por verse si es capaz de derrotar en las
urnas a la poderosa maquinaria electoral chavista, sino
en la capacidad de articular un nuevo proceso histórico de
recomposición democrática plural en el Estado.
El
resultado venezolano muy probablemente será una guía para la acción
opositora boliviana, algo que en sí se constituye en un primer
error. A pesar de la aparente “similitud” de ambos procesos cuyo
argumento se diluye ni bien acaba el discurso, Chávez no es Evo y las
transformaciones, dinámicas y conflictos en Venezuela no son los
mismos que en Bolivia, por lo tanto, las soluciones electorales y de
recomposición democrática no son las mismas.
¿Está la oposición en Bolivia articulándose en colectivos barriales en la zonas periurbanas? ¿Ha logrado construir un relato que ofrezca una visión alternativa en El Alto, o el Plan tres mil en Santa Cruz? ¿Es esto creíble también en el campo? ¿Es acaso posible debatir esto en el campo? ¿cuáles son las sensaciones y niveles de compromiso de las y los jóvenes, agentes sociales de cambio?
Quizá sean estas las preguntas a abordar antes de entusiasmarse con primarias y "unidades opositoras".
Artículo publicado en la columna PAR punto cero en Oxigeno Bolivia.
Artículo publicado en la columna PAR punto cero en Oxigeno Bolivia.
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