14 de mayo de 2011

¿Es Twitter una herramienta que aproxima políticos a ciudadanos o una moda elitista y restrictiva?



Artículo publicado en la separata del Aula Libre en Página Siete, el sábado 14 de mayo de 2011.


foto: Reuters
Esta columna se plantea hoy dos retos: primero explicar breve y claramente qué es Twitter desde una perspectiva de funcionalidad en política, y segundo desarrollar la pregunta propuesta en el título.

Twitter (http://twitter.com) es una plataforma en internet que permite publicar mensajes cortos de hasta 140 caracteres. Cualquier persona puede abrir una cuenta gratuitamente y comenzar a enviar mensajes que serán leídos por otros usuarios, sus seguidores. Adicionalmente, esta plataforma permite añadir enlaces a sitios que el usuario sugiere.

Twitter propone la distribución masiva de información en tiempo real y a escala global, siendo muy potente en escenarios de crisis o desastres naturales, además porque se integra muy fácilmente a cualquier dispositivo de telefonía móvil (es como enviar un mensaje de texto). La información personal es mínima, a diferencia de otras redes sociales, y no se trata de ‘gustar’ o tener más ‘amigos’, simplemente de seguir voluntariamente a cuentas. El contenido del mensaje es definido exclusivamente por el usuario pero puede ser reenviado por sus seguidores a otros, conservándose explícitamente la autoría original.

Ahora bien, Twitter crece y se posiciona en política porque es una herramienta de campaña (electoral y permanente) empleada por políticos de todas las tendencias, ideologías y posiciones a escala global[i]. Permite el intercambio directo de ideas, posiciones e incluso respuestas de políticos a ciudadanos y puede servir de termómetro de intensidad de determinados mensajes políticos. En complemento, permite ‘bajar’ al político al plano ciudadano, puede servir para reproducir la imagen de un ciudadano más, de las preocupaciones de madre o padre, de la sensibilidad sobre los temas que la gente conversa.

Pero no todo es simpatía, por supuesto. Las y los políticos se exponen abiertamente al ataque y bombardeo desde cualquier frente, además de asumir que se requiere elaborar cuidadosamente el mensaje, aplicar una estrategia y poseer habilidad para comunicar en apenas 140 caracteres sin generar ruido o malentendidos. No extraña, por tanto, que equipos de asesores manejen o filtren cotidianamente la actividad ‘tuitera’ de los políticos.

Pero hay otro factor importante. Twitter no es sólo una plataforma web de difusión de ideas, es ante todo un negocio, condición que obliga a superar cualquier discurso o posición desde el determinismo tecnológico para la información o la comunicación. Implica además el acceso permanente a través de internet lo cual inmediatamente se convierte en restrictivo y excluyente en las pobres condiciones de conectividad y acceso a la web de Bolivia.

Twitter no es la panacea de la comunicación. Como otros fenómenos comunicacionales basado en tecnologías, es muy probable que sea desafiado o superado en el futuro por nuevas iniciativas. Sin embargo ha incorporado un mecanismo de intercambio y flujo de información en la vida política que está cambiando la manera de producir y reproducir el mensaje, la persuasión y la construcción de imagen, datos que cualquier político, institución o aspirante a cargo electo debiera tomar muy en cuenta.


[i] Véase por ejemplo el monitoreo que realizo a políticas y políticos bolivianos en esta plataforma: http://bit.ly/polbolTwitter

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