7 de noviembre de 2011

Reimaginemos Chuquiago Marka



La VIII Muestra de Cine Latinoamericano se clausuró esta semana en la CinematecaBoliviana con la proyección de la película boliviana “Chuquiago” (1978) del director Antonio Eguino. El filme, del cual participaron en el equipo de filmación decisivos impulsores de la cinematografía nacional como Oscar Soria y el padre Luis Espinal, ha sido galardonado como Patrimonio Fílmico de la Cinemateca y de la memoria nacional.

El filme, como usted sabrá, propone explorar las realidades sociológicas y culturales de la ciudad de La Paz a partir de cuatro personajes, ninguno conectado al otro, de distintos entornos y con distintas preocupaciones, pero que sin embargo confluyen en este espacio urbano denominado en aymara Chuquiago Marka.

A pesar de los 34 años de distancia entre esta película en tanto ejercicio de observación social y la actualidad, hay dinámicas y contradicciones allí planteadas que perduran en nuestra urbe, y que quizá tan sólo se han complejizado y agudizado en detrimento de la aún pendiente construcción colectiva y corresponsable de ciudadanía inclusiva, tolerante y también correspondiente con el entorno que habita.

La Paz parece conservar ya en su esencia contradicciones como la globalidad y la migración –interna y externa-, la identidad local y la necesidad de sintetizar una sensibilidad nacional que quizás sigua siendo amorfa. En esta urbe, única por la inusual toma y asalto de los cerros, reproducen estas y otras contradicciones que al menos a mí me conducen a sentir repetidas veces una sensación de colapso general, de inapelable triunfo del caos y de inexorable postergación de un encuentro común.

La Paz ahora acoge diariamente a miles que no viven en ella, lo cual es un fenómeno urbano recurrente en otras latitudes, pero con la particularidad de tener una hermana menor mucho más grande y con más población. La Paz parece estar cercada – ¿será una condición histórica?– en su posibilidad de expansión territorial y tomada por una economía que reproduce pobreza y desigualdad.

Las inquietudes de los habitantes de la ciudad, según la encuesta de percepción ciudadana del Observatorio ciudadano LaPaz Cómo Vamos, son la seguridad, la calidad del transporte y los servicios de educación, salud, etc. Pero sugiero añadir una más, la reimaginación colectiva del espacio y el entorno que habitamos.

Me refiero a comenzar a discutir de manera seria, participativa, digital, lúdica, poética, técnica pero ante todo colectiva, y con fuerza vinculante desde la ciudadanía, el lugar que queremos habitar, el espacio vital para la convivencia, para el buen vivir, para algo que todas y todos quienes aquí vivimos o de paso estamos queremos: vivir felices.


Artículo publicado el sábado 05 de noviembre en la separata del Aula Libre en Página Siete


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