Pasaron algunas semanas de más hasta que finalmente pude ver la película de Banksy: Exit throught the gift shop, un filme que difícilmente puede catalogarse en un género específico. Es quizá la primera película sobre el mundo al interior del graffiti, el arte callejero, la expresión urbana que hace que las paredes hablen sin tapujos sobre una manera de ver el entorno social, político y cultural.
El genial Banksy, ácido, invisible, inconteniblemente creativo y aún así inexorablemente contradictorio, logra refregarnos en la cara una vez más la corroída sociedad que validamos y reproducimos, así no estemos plenamente conscientes de ello o si pensamos que estamos lejos de hacerlo.
Nos presenta a un francés desorientado que camina día y noche por las calles de Los Angeles con una cámara, filmando sin arte ni parte, a graffiteros en plena acción. Se supone que la película debía ser sobre Banksy, pero de pronto el hombre tras bambalinas aparece en el centro del escenario y todo transcurre como uno no lo espera.
Es un film sobre graffiti, repito, una especie surreal y postmoderna que transita siempre sobre la frontera entre el arte y el vandalismo. Y quizá esta sea su condición de posibilidad, reproducirse como denuncia de una realidad evidente pero que debe trasgredir la norma para hacernos ver lo que muchas veces nos negamos a ver.
Capaz de provocar muchas carcajadas, ideas y hasta irónicas reflexiones, me dejó la sensación de una muy buena película. Altamente recomendable.
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