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He seguido la trama del 'gasolinazo' (léase la primera protesta agresiva en el gobierno de Evo Morales a escala nacional) desde lejos. Por suerte o desgracia -según el lente con que se mire- me pasa que estos 'revoltijos' suceden en Bolivia cuando no estoy, en fin. La web sirvió para informarme y seguir el desarrollo de algunos eventos, como las protestas en varias ciudades del país, especialmente a través de Twitter.
A pesar de haber escrito algunas líneas en borrador sobre el tema (por ejemplo preguntándome por qué subía el precio del transporte si el parque automotriz de ese servicio, en casi su totalidad, utiliza GNV). Sin embargo la lejanía (añado la diferencia horaria y la esporádica conectividad) y mi limitada comprensión en materia de economía me impidieron tener una apreciación sólidamente sustentada, por lo que desistí en publicar comentario alguno.
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Sin embargo, el desenlace del episodio rebasa mis ansias vacacionales con otra de las joyas del discurso Evista: "mandar obedeciendo".
Es probable que algunos aún crean (ingenuamente, disculpen la sinceridad) que la medida fue revertida por mandado expreso del 'pueblo' expresado a través de los movimientos sociales, pero intuyo (o espero) que el pueblo no compra tan fácilmente la pastillita discursiva. Se lanzó la medida bajo cálculo político (con resultado no esperado) y se revirtió bajo el mismo ejercicio.
La forma de ejercicio de poder que sugiere Evo en esta pastilla discursiva está desagregada de la realidad cotidiana y simbólica, se aleja de la aplicación de las medidas de gobierno y políticas públicas, simplemente porque el beneficio del desempeño gubernamental no está llegando al bolsillo y cada vez menos al corazón del apasionado pueblo.
La gente, aquella que según el presidente Morales hace que el mandatario le obedezca, se da cuenta que cada vez que el excelentísimo parte de turismo se atiza el avispero. La gente se da cuenta quienes ejercen poder en nombre del colectivo. Por lo tanto, no se extrañen si la gente, el pueblo, se da cuenta de la pugna interna por el poder en el MAS que se expresa en medidas gubernamentales que afectan a todas y todos. No se extrañen que el pueblo se esté cabreando, otra vez.
Y no solo por el gasolinazo, sino por las infinitas filas estilo UDP para comprar azúcar y la subida de los artículos de primera necesidad, sin contar con los juicios contra todo lo que se mueve y está en contra del "proceso de cambio"...
ResponderBorrarEl pueblo se cabrea, pero seguimos en el mismo círculo infinito de caudillo tras caudillo.
Un abrazo, Pablo querido.