22 de marzo de 2020

Diario de #cuarentenaTotal | Día 1


Llevé 8 días en distanciamiento social: trabajando desde casa, saliendo lo mínimo indispensable, quizá una vez al día a tareas puntuales y manteniendo la distancia y cuidados recomendados por autoridades sanitarias.

Desde hacía días, estaba claro que la medida de cuarentena total era inevitable. Desde ayer en la noche oficialmente en Bolivia se la vive. Según la disposición, nadie sale salvo a tareas imprescindibles y compras esenciales entre las 7 am y las 12 pm, en teoría.

¿Qué significa modificar el ritmo de vida de esta manera? En esta serie de post -espero que diaria y no solo en texto- me propongo narrar cómo lo vivo, cómo leo la realidad y qué discusiones emergen. 

He ido pensando en el formato y espero que sea algo directo, coloquial y espontáneo. Intentaré editar lo menos posible y además combinar con vídeos, audios e imágenes.

Día 1 - ¿cómo hacer para que la gente se quede en su casa?


Como ya comenté, llevamos varios días en aislamiento social, pero hoy fue el primer día que no cruzamos la puerta del edificio. Las compras y las rutinas de la casa ya están resueltas hace días, hoy arrancamos con una nueva: el ejercicio diario dentro del edificio: salí con mis 2 hijos a "explorar" el edificio por la mañana, sin cruzarse con nadie, a descubrir rincones, subir y bajar por las escaleras, buscar caminos y tomar un poco de sol en la terraza. 

Además de las horas de trabajo diario virtual, la atención a los niños y las tareas compartidas de la casa, se me ocurrieron también algunos "desafíos personales cuarentena" para esas pocas horas restantes. Distribuir el tiempo en algunas lecturas pendientes y nuevas (hay una buena cantidad de libros gratis, como esta de Editorial El cuervo), cómo mantener el mínimo de ejercicio físico y distancia de las redes sociales, las noticias, etc. Y bueno, ahora este diario.

El tema que estuve "observando" a través de las pantallas, pero también de la ventana, es cómo se acata la cuarentena, desde el privilegio de saber que podemos afrontarlo sin inseguridades inmediatas.

Convengamos, la cuarentena es una medida tanto necesaria como injusta: los datos y las condiciones de respuesta al COVID-19 exigen aislamiento real y contundente, el virus se podría estar esparciendo a velocidad incontrolable, pero también es cierto, miles de familias dependen del trabajo del día, de salir a las calles.

Así se vivía el primer día de "cuarentena total", esta misma mañana, en la Feria 16 de Julio de El Alto:


Un reportaje apenas subido hace unas horas por el colectivo curva refleja cómo lo vive y qué piensa las personas de El Alto. Se los recomiendo: 


Hay verdades y mitos en igualdad de proporción. Es evidente que una gran cantidad de gente depende del trabajo y el comercio diario -de venderse entre sí-, mientras hay mitos como mantenerse comiendo chuño o papalisa te blindan de un virus. 

Algunos medios buscan la noticia roja, el conflicto, alientan la confrontación y las aparentes distancias culturales, buscan instalar el relato de "¿por qué esta gente no entiende que debe quedarse en su casa?"

Vamos, la gente ni es "salvaje", ni es tonta. Pienso que la gente más pobre del país ve el problema del coronavirus aún distante, no palpa el peligro, está "acostumbrada" a sobrevivir al día y no tiene ni incentivos ni miedos "palpables" para alejarse. Las clases medias también se han comportado de "manera irracional": atiborrando supermercados, exigiendo a las personas de su servicio doméstico ir a sus casas, no pagar por servicio no trabajado, etc.

Pienso que hay algunas medidas urgentes y necesarias:

La gente tiene que sentir menos necesidad de salir a la calle. Distribuir comida por familias en sus casas, diferir pagos de créditos (capital e intereses, no sea hagan los vivos), suspender pago de servicios, adelantar el bono por niño/a, etc. Hay que rascar la lata y gastar lo que hay ahora.

El sector privado, sobre todo de la industria cárnica, alimenticia y de productos básicos e higiene debe entrar en el asunto. Buscar medidas a largo plazo -negociación de impuestos sobre utilidades, por ejemplo- para colaborar con esta distribución masiva de alimentos y productos.

El Gobierno hace poco o nada por comunicar en el relato, los canales y el entorno natural de las distintas culturas e identidades del país. No basta con mensajes por Entel o la televisión. Deberían abordar estos mitos y creencias -como el de la alimentación- de manera seria y responsable, hablarle a la gente, incentivar que se quede en casa, desmontar el argumento de la urgencia por salir a "traer el pan del día".

Es una cuestión de salud pública, de vida. El coronavirus podría estar mucho más esparcido de lo que imaginamos y donde menos quisiéramos.

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