La
ambivalencia es un estado de reacciones, creencias o sentimientos
contradictorios simultáneos hacia algún objeto. Es decir, la ambivalencia es la
experiencia de tener una actitud hacia alguien, hacia una idea o algo que
contiene valores “positivos” y “negativos”. También se refiere a situaciones en
las que se experimentan "sentimientos mixtos" de tipo más general, o
en las que una persona experimenta incertidumbre o indecisión.
La
ambivalencia es muy frecuente en posiciones políticas, sobre todo con marcos
ideológicos sobrecargados. Por ejemplo, ¿Ser liberal, digamos en lo económico,
y estar en contra del aborto es una contradicción o una ambivalencia?
Aunque las
actitudes suelen guiar el comportamiento relacionado con la actitud, aquellas
que se mantienen con ambivalencia tienden a hacerlo en menor medida. Cuando un
individuo no está seguro de su actitud, se vuelve más influenciable, lo
que hace que sus acciones futuras sean menos predecibles y/o menos decisivas.
Las actitudes ambivalentes también son más susceptibles a la información
transitoria, como el estado de ánimo, lo que puede influir en su evaluación.
Sin embargo, las audiencias ambivalentes también piensan más en la información
relevante para su actitud, lo que las hace más persuadidas por información
convincente relacionada con su actitud que aquellas que son menos ambivalentes.
La ambivalencia puede o no ser experimentada como psicológicamente incómoda cuando los aspectos positivos y negativos de un tema están presentes en la mente de una persona al mismo tiempo. Esta ambivalencia psicológicamente incómoda, también conocida como disonancia cognitiva, puede llevar a la evitación, la procrastinación o intentos deliberados de resolverla. El mayor malestar por la ambivalencia se experimenta cuando la situación requiere tomar una decisión. Sin embargo, el grado de conciencia de la ambivalencia varía entre las personas, por lo que los efectos de este estado ambivalente también varían según los individuos y las situaciones. Por esta razón, los investigadores han considerado dos formas de ambivalencia, de las cuales solo una se experimenta subjetivamente como un conflicto interno.
Cuando las
personas son ambivalentes y llegan a ver mérito en ambos lados de un tema,
tienden a enfocarse en el lado que los demás están ignorando. Al dirigirse a
una audiencia ambivalente desde la comunicación política (ya sea en campañas o acciones persuasivas), es útil resaltar el lado que les causa daño, dejando
que ellos mismos enfaticen el otro lado, el lado preferido.
Como
ejemplo, hace un tiempo, un referéndum en Suiza incluyó varios temas: el
matrimonio igualitario fue ampliamente respaldado (64%), mientras que la
iniciativa popular sobre impuestos fue ampliamente rechazada (65%). Mi punto es
que este referéndum demuestra que no hay una solución única para todos y que
las personas pueden cambiar de una posición "progresista" a una
posición "conservadora" dependiendo del contexto, los términos del
debate y los intereses.
En
resumen, la ambivalencia es un estado complejo de contradicciones y
sentimientos mixtos que influye en buena cuenta sobre nuestras actitudes,
posiciones y comportamientos. Por tanto, tiende a ser cada vez más decisiva en toda
acción persuasiva.
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